Supongo que para nosotros, autores, editores, libreros, visitar la Feria del Libro es un poco como acudir al campo de juego, a la cancha que dirían los argentinos. Confieso que la metáfora no es mía, sino del escritor, y amigo, Juan Terranova, pero creo que las metáforas están hechas para ser robadas, así que no por ello es menos lícita.
Están los nervios antes del partido y también cualquiera de los lances y tácticas del juego: el juego de ataque, el juego defensivo, el contragolpe, el fuera de juego, por qué no, el jugo sucio y algún que otro penalti…, hasta si me apuran la sensación de derrota y para algunos, los menos, también la de victoria, aunque tenga mucha menos mística.
Lo que no sé es cómo acaban de verlo los espectadores, en este caso los lectores. Da la impresión de que, al igual que en cualquier partido, el público es bastante variopinto. Están los que acuden a las gradas simplemente a pasar una tarde de domingo en un escenario maravilloso (el Parque del Retiro) con los niños, la mujer, la suegra, y el bocadillo y lata de cerveza incluida, los fanáticos que animan incondicionalmente a sus ídolos a pesar de que esa no sea su mejor temporada, los que son excesivamente críticos, los que son excesivamente agradecidos, los que se preocupan más de lo que hace el rival que de lo que hace su propio equipo y así un largo etcétera.
Llevo varios días bajando al césped en esta última Feria del Libro de Madrid 2010, vistiéndome de corto en ocasiones, en otras descendiendo a los vestuarios a animar a los compañeros o simplemente sentándome a las gradas para disfrutar del juego.
Sé de buena tinta, como suele decirse, que la mayoría afrontaba el partido con miedo, con muchos nervios, con poca ilusión y con bastante incertidumbre. Nadie daba un duro ni siquiera por el empate, que hubiese firmado con los ojos cerrados. Pero los lectores un año más, a pesar de tantas cosas, han acudido, han llenado el campo día tras día, han comprado, han regalado, han hojeado los libros, se han divertido...
Probablemente pasará la Feria, volverá la pretemporada, los partidos amistosos y las ventas volverán a descender y con ellas comenzarán de nuevo los peores augurios. Volverá la crisis y el sempiterno cataclismo cultural con sus bajos índices de lectura. Pero tras esta temporada, una temporada nada fácil, intuyo que todavía queda mucho fútbol y por qué no, mucha literatura. ¡Qué gane el mejor!
lunes, 7 de junio de 2010
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